Impuestos en España

Impuestos en España

¿Aguantaras el expolio fiscal?

En España, cada vez que cobramos una nómina, emitimos una factura o compramos cualquier cosa, sentimos que alguien más mete la mano en nuestro bolsillo antes que nosotros mismos. No hablamos solo de “pagar impuestos”, sino de una presión fiscal tan alta que roza lo confiscatorio. Tanto, que en muchos casos la única salida real para proteger lo que uno gana es marcharse fuera, incluso a países cercanos como Andorra, donde las reglas del juego son mucho más favorables.

Impuestos: necesarios, pero demasiado altos

Antes de que alguien piense que estoy en contra de pagar impuestos, aclaro: los impuestos son necesarios. Mantener carreteras, hospitales, escuelas y servicios públicos requiere financiación. El problema en España es el nivel y la estructura de la presión fiscal, que muchas veces se siente como robo más que como contribución justa. La combinación de sueldos altos, tramos de IRPF cercanos al 50%, IVA al 21%, cuotas de autónomos y gravámenes sobre ahorro, patrimonio y sucesiones hace que gran parte de lo que ganamos desaparezca antes de que podamos decidir sobre ello.

Trabajar medio año para el Estado

Un ejemplo sencillo:
  • Un trabajador con un sueldo bruto de 30.000€ al año acaba recibiendo, después de IRPF y cotizaciones, poco más de 23.000€ netos.
  • Si subimos a 60.000€ anuales, la mordida supera los 20.000€, dejando en el bolsillo unos 39.000€.
Y eso sin contar el IVA del 21% en cada compra, la gasolina, alcohol, tabaco y otros gastos básicos. Cada euro que parecía tuyo vuelve a tributar, reduciendo lo que realmente puedes usar o invertir.

Ser autónomo en España: un castigo permanente

Si ser asalariado ya es duro, ser autónomo en España roza lo cruel. La cuota mínima está en torno a 300€ al mes, independientemente de si facturas o no. Puedes estar un mes sin ingresos y aun así el Estado te obliga a pagar.

En otros países la lógica es distinta:
  • En Andorra, la cuota ronda los 150€ y está reducida durante el primer año.
  • En Portugal, existen periodos de gracia con cuotas muy bajas para autónomos recién arrancando.
  • En Reino Unido, no pagas seguridad social ni impuestos hasta superar un mínimo de ingresos.
Aquí se penaliza al que arranca, al que prueba suerte, al que quiere crecer.

Ahorro e inversión también gravados

En España, no solo se grava lo que ganas trabajando, sino también lo que ganas haciendo que tu dinero trabaje para ti: intereses, dividendos, plusvalías e incluso patrimonio. Los tipos sobre ganancias financieras llegan al 28%, y el impuesto sobre el patrimonio o las herencias deja a muchas familias sorprendidas cuando quieren traspasar su dinero a sus hijos.

Esto convierte la inversión en España en un reto extra: cada euro que podrías reinvertir o multiplicar se ve reducido por impuestos.

Servicios públicos que no justifican lo que pagamos

El gran argumento para defender el sistema es que los impuestos sostienen el Estado del bienestar. Pero la realidad es otra:
  • Listas de espera sanitarias que se cuentan en meses.
  • Pensiones en riesgo por el envejecimiento poblacional.
  • Una educación que sigue atascada en metodologías del siglo pasado.
Pagamos como si viviéramos en Suiza, pero recibimos servicios de nivel mucho inferior.

La percepción de riqueza y la incultura financiera

Curiosamente, para un hispanohablante que llega de Centroamérica o Sudamérica, el sueldo neto en España parece una gloria. Allí se ganan mucho menos, y al llegar aquí perciben un nivel de vida alto. Incluso para muchos locales, el salario neto parece “razonable” porque no conocen todo lo que realmente les quitan: ven lo que reciben en la cuenta y no la suma de impuestos directos e indirectos. Esta diferencia entre percepción y realidad se debe a la incultura financiera, que impide entender cuánto se pierde realmente y cómo ese dinero podría generar valor si se invirtiera.

Menor carga fiscal y mejores sueldos en otros países

La realidad es que trabajar en cualquier otro país de Europa suele significar:
  • Sueldos más altos en términos netos.
  • Menos impuestos sobre nómina y consumo.
  • Aunque los básicos (comida, alquiler) sean más caros, al final se ahorra más y se dispone de más dinero para invertir.
Mudarse a Andorra, por ejemplo, significa:
  • IRPF máximo del 10% frente al 47% en España.
  • IVA general del 4,5% frente al 21%.
  • Más dinero disponible para invertir, ahorrar o gastar en lo que realmente aporta felicidad y libertad.

Invertir lo que España nos quita

Cada euro que se queda Hacienda podría estar trabajando para ti. Si en lugar de pagar impuestos lo invirtieras en un fondo global, un inmueble o un plan de ahorro simple, con el tiempo esa suma crece y te acerca a tu libertad financiera. No se trata solo de escapar de los impuestos, sino de crear un entorno donde tu dinero trabaje para ti y no solo para sostener un sistema que muchas veces no lo merece.

Tener más control sobre tus ingresos permite decidir cómo gastar o invertir, y al final, ganar más libertad y felicidad, en lugar de sentir que trabajas solo para sostener al Estado.

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